Postergar las luchas grandes a un futuro desconocido ha sido central en la política de gobiernos y partidos parlamentarios en este y otros países.

Para ellos, la revolución es para el futuro lejano y hay otras obras — más importantes–, que hacer hoy.
Por lo tanto, no deberían mezclar — dicen –, temas como la lucha en apoyo de los migrantes y contra el racismo, con otros luchas elementales en contra de los sueldos miserables, pensiones dignas y un sistema de salud decente para todos.
Sin embargo, todos conocemos ese argumento siempre presente que «no podemos aceptar más migrantes porque no hay recursos en el país para más gente».
Bueno, no hay recursos porque unos pocos tienen esos recursos en sus manos y no quieren compartirlos. Por eso no hay recursos… o mejor dicho por ese hay recursos.

Bueno, para los y las que sienten la fuerza de la revolución en sus corazones, saben que derrotar el racismo hoy va a abrir las puertas para la revolución mañana. Porque menos divisiones entre nosotros hoy es más unidad para la lucha mañana.
Y los y las que creen que los recursos del país no alcanzan, ya están medio convencidos por la propaganda de los que no quieren compartir sus riquezas con nosotros.

Por eso, la revolución es parte de nuestra actualidad. No en el sentido que, el próximo sábado, vamos a hacer la revolución misma, sino que… si luchamos para la solidaridad hoy, solidaridad entre chilenos y migrantes, entre trabajadores de llanta y otros que aguantan condiciones laborales precarias, entre hombre y mujer, mapuche y chileno, mayoría y minoría sexual, si construimos esa solidaridad hoy, se acerca la revolución.
En ese sentido la revolución vive hoy. Es una realidad.

Por eso, los y las revolucionarios de la población francesa apoyaron a los jóvenes árabes-francesas cuando se levantaron y quemaron 80 comisarías policiales a principios de este mes.

Por eso, Chris Smalls, dirigente sindicalista de los y las trabajadores de Amazón noteamericano, fue a Inglaterra para hablar con otros de las plantas de Amazón en Inglaterra.

Por eso, organizaciones territoriales en Sudan, coordinadas por grupos en redes sociales., consiguen comida y ayuda médica, y arreglan el sistema eléctrico en los barrios cuando se corta la luz. Mientras el estado colapsa y los milicos siguen creando caos y aún más caos.

Es la solidaridad hoy la que es la base de una revolución exitosa mañana.
Por eso, es indispensable que los y las revolucionarios hoy se juntan en su propia organización para luchar mejor y con más fuerza.
Postergar la revolución para un futuro lejano es no hacer la revolución.

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